
Sandren se limpió el sudor de la frente, dejando un rastro de carbón en sus facciones. Aquel día todos picaban en silencio, sin el habitual barullo de las charlas a media voz. Tan solo se escuchaba el repiquetear de las herramientas contra la pared de roca, el entrechocar del carbón al caer y el retumbar…